- México, 2017.
- Dir: Everardo González.
Una de las diferencias entre un trabajo documental para el cine y un reportaje periodístico, es la historia que cuenta. El cine documental se diferencia por emplear una técnica narrativa que no solo busca informar, sino hacer reflexionar, sacudir, estremecer. Este trabajo, cumple sin duda con ese cometido, mostrando una dramática versión de la llamada “guerra contra el narco” en voces y miradas de sus principales protagonistas: lo sicarios, las víctimas, el ejército.
Everardo González, muestra a través de diferentes testimonios, como se vive la fallida guerra desde las diferentes trincheras. Todos/as con una máscara que no deja ver sus rostros, pero que con la mirada transmite tristeza, agonía y deshumanización. No hay otra cosa que las preguntas en off, las personas a cuadro y algunas imágenes de contexto, como las familias o los barrios. Hay también lágrimas, muchas lágrimas bañando las máscaras por diferentes razones: arrepentimiento, tristeza, impotencia y rabia.
El resultado es atroz, brutal, emotivo. Es difícil para el público mantener la serenidad, ante las narraciones sucesivas de quienes buscan a sus familiares, de quienes tienen la orden de matar, de quienes matan por encargo. Una realidad desolada, desalentadora. Para muchos una crítica profunda a la conducción de las políticas de seguridad. Pero en realidad es más que eso. Es también una muestra brutal de cómo convivimos día a día con el miedo, como hemos aprendido a naturalizarlo, como dejamos de vernos como personas y como el futuro del país, se nos va de las manos, cayendo en control del narco a falta de otras opciones.
Una película imperdible para el estado actual de las cosas. Hay que recordar siempre que el cine no solo entretiene, también cuenta nuestras historias. Y de esas historias, muchas son tragedias dolorosas y por eso es que es importante dejar testimonio, hablar de ellas, nunca olvidarlas.