Aún quedan algunos días para poder disfrutar de la exposición de Leopoldo Méndez y el Taller de Gráfica Popular que albergará el Museo del Estanquillo hasta el 30 de septiembre y que reúne 250 obras de militantes del TGP y 100 del más grande grabador que paso por sus filas, es definitivamente la mejor oportunidad que se ha tenido en nuestro país de poder admirar la obra de este gran artista mexicano.
Leopoldo Méndez fue fundador del Taller de Gráfica Popular, agrupación que bajo su dirigencia, puso su obra al servicio de diversas causas políticas, siempre fue un artista comprometido con las causas sociales, un ejemplo claro de cómo es posible generar un compromiso social a través del arte, en sus grabados Méndez logro el vínculo perfecto entre estética y conciencia social.
La técnica del grabado debido a su fácil reproducción masiva, su utilidad, su rápida impresión, su costo reducido, su amplio impacto en el espectador, fue un instrumento muy utilizado por los artistas posrevolucionarios. La efectividad social del grabado político reside en su mensaje con contenido social, directo y urgente, en la medida en que tenga un acercamiento con la realidad inmediata, un mensaje claro, que pueda llevar a la comprensión del gran fenómeno social que resume.
La exposición muestra también obras de otros artistas que han dedicado su trabajo a la denuncia de la explotación, el despojo, la violencia y el maltrato de los pueblos, así como al apoyo de huelgas, marchas, formación de sindicatos, organizaciones revolucionarias y a una infinidad de luchas y movimientos sociales, además del trabajo de Leopoldo Méndez, se puede apreciar obra de Alberto Beltrán, Pablo O`higgins, Ángel Bracho, Iker Larrauri y José Cháves Morado, entre otros fundadores de organizaciones como la LEAR (liga de escritores y artistas revolucionarios)
Después de recorrer por completo la exposición, queda claro que el grabado político en forma de volante o de cartel, se convierte en la principal arma subversiva en manos de un artista revolucionario como lo fue Méndez, el grabado político actúa fuera del sistema comercial, cuando sacude a una sensibilidad pasiva, cuando pasa de mano en mano, cuando se pega en los muros, cuando lo tiene que desprender el enemigo, cuando imprime una huella en el espíritu, cuando gana un partidario, cuando apoya una causa revolucionaria y representa un peligro para el adversario; una obra gráfica es en sí misma un medio directo y auténtico por lo que su sentido no se agota con el tiempo.
Como lo demostraron magistralmente Leopoldo Méndez y los integrantes del TGP durante toda su vida, en un cartel o un volante, lo importante es encontrar un emblema, un motivo expresivo, que con su forma y color, en un mensaje sintético, en una visión clara, sea capaz de atraer la visión de un transeúnte, aquel individuo que pasa rápido, sin detenerse, y hacia quien la información va destinada, es precisamente a esa persona a quien se pretende sensibilizar; en realidad tanto el cartel como el volante ilustrado se dirigen a la persona no como individuo, sino como miembro no identificado del cuerpo político. Un anuncio publicitario aspira a dirigir, seducir y vender, un cartel político a informar, exhortar y convencer, un cartel reclama atención a distancia, un volante ilustrado es visualmente agresivo, es por eso que van apelar primero a los sentidos y luego a la razón y a una imagen que, vista deprisa, trasmita mil veces más que la palabra.
Por: Emmanuel Ortega.