Nomadland. EU (2020)
Dir: Chloe Zao
Reparto: Francis McDorman, David Stratham
Frances McDorman estelariza una de las grandes cintas ganadoras de la temporada de premios de este atípico 2021.
Y no es para menos. Estamos ante una película provocadora que llega en un momento que hasta pareciera haber sido planificado. Justo cuando nos preguntamos si de verdad el sistema se encuentra en una crisis profunda, esta película parece confirmarnos que no sólo vamos en caída libre, sino que estamos muy cerca de tocar fondo.
McDorman había leído el libro de la periodista Jessica Bruder (Nomadland, J, Bruder; 1917) y pensó que adaptada al cine daría como resultado una gran película. No se equivocó. A caballo entre la ficción, el libro y la realidad de miles de personas en Norteamérica, que viven su propia versión de lo que es la libertad enmarcada en el sueño americano, el resultado es poco más que sorprendente.
Y eso no tiene que ver necesariamente con usar el esquema del “road trip” para contar una historia íntima y conmovedora. Chloe Zao, directora de la cinta, entendió perfectamente donde poner las emociones, las reflexiones y los descubrimientos que surgen a la vera del camino. Este pulso tan certero, es lo que le da el ritmo exacto a la narrativa de una historia humana y controversial.
Dicha controversia no sólo tiene que ver con mostrar un rostro de Norteamérica que no estamos acostumbradas a ver. También se relaciona con el hecho de que este estilo de vida, aún siendo producto de la exclusión y la pobreza, es asumido no como carencia, sino como libertad.
McDorman interpreta a Fern, una mujer a la que el sueño americano le dio de todo: una casa en lo suburbios, un matrimonio feliz, una comunidad ligada a la empresa en la que su marido trabajaba. Pero ese sueño termina por desvanecerse en el aire, cuando la empresa se va del pueblo y su marido muere.
Sola y con toda su vida empacada en una camioneta, se mueve por las carreteras en busca de trabajos eventuales, pasando a formar parte de una extensa comunidad de nómadas: personas que viven en casas rodantes sin domicilio fijo, sobreviviendo de a poco en diferentes lugares, sin echar raíces.
Hay dos cosas importantes de resaltar: La película se filma con toda la producción viviendo en la carretera y exceptuando a McDorman y a David Stratham, las demás son personas de carne y hueso que realmente han elegido este estilo de vida.
Se trata en realidad de un manifiesto contracultural surgido de donde menos se le espera: entre personas que no se sienten oprimidas o discriminadas, sino que piensan que su marginalidad es otra forma de elección.
Esta revolución sobre ruedas nos llega justo en el momento en que el mundo entero se cuestiona la validez del sistema, la utilidad del modelo. Y es por ello por lo que quizás resulta doblemente deslumbrante.
Aderezada por una increíble fotografía de diversos escenarios de Norteamérica, la película termina por ser un road trip, aunque muy peculiar, donde el camino es la meta y el no llegar a ninguna parte, el verdadero objetivo. Ni qué decir que la actuación es soberbia- se espera otro Oscar para McDorman, según los conocedores- y que en general, la película es de una impactante sobriedad. Justo como se esperaría a partir de su propósito y discurso original.
“Nos vemos en el camino” dicen los protagonistas cuando se despiden. De este lado sabemos que arrieros somos y en el camino andamos, y también que a pesar de todo seguimos avanzando.