Al iniciar la década de los setentas, el cine estaba ávido de encontrar nuevas perspectivas, y temáticas novedosas. En especial, el cine de horror estaba interesado en nuevas vertientes, por lo que la novela El Exorcista fue una tentación casi inmediata. La cinta no sólo utilizaba una vertiente muy distinta a los monstruos usuales, sino que abordaba varios tabúes, al presentar a una niña en situaciones abiertamente adultas. En su momento, fue uno de los escándalos más sonados de la pantalla. Pero al mismo tiempo, fue una película que literalmente nadie se perdió.