En la entrega anterior hablábamos sobre la necesidad de tener una actitud heroica que signifique un ejemplo para los demás; de una actitud que provoque un cambio antes nuestra realidad personal.
El pasado día primero tuvimos el honor de presenciar una de estas acciones. No me refiero a ningún acto político, que de heroico no tiene nada, sino a la inauguración de la ConComics, una convención de comics efectuada por un grupo de fans de comics, con el único propósito de compartir sus colecciones y su afición por los comics, así, en general, sin distinción de géneros, idiomas o formatos.
Sin querer esa exposición, se convirtió en todo un evento: conferencias, editoriales de verdad presentando proyectos, creadores dando autógrafos y realizando esketches. Pero sobre todo, el comic como protagonista principal, tal y como debe de ser.
Además, la ConComic, contó con un elemento primordial que se perdió con la Conque: la fraternidad y convivencia que debe reinar en estos eventos, ya que todos los participantes son fans que, por disfrutar de su elección, la respetan y la valoran en su justa medida. No como en otros eventos que dicen ser “Convenciones” de comics y solo son mercados sobre ruedas de piratería y especuladores.
Gracias a Julio César, Arnulfo, Carlos, Marco, Rodrigo y los demás que se me van los nombres, por habernos recordado que querer es poder, que solo se necesita tener una actitud positiva para poder realizar las metas que nos impongamos.
Gracias por poner otra vez el primer clavo de un edificio y recordarnos que por un clavo, no se perderá el reino de los comics.
“SAVE THE CHEERLEADER, SAVE THE WORLD”.