Si bien en casi todos los remakes se pierde muchísimo por la adaptación, la nueva versión de El Karate Kid pierde muchísimo del original, más que nada por la intención del director Harald Zwart de ser demasiado incluyente. La relación romántica de la versión ochentera, que era la columna vertebral de la historia, queda muy diluido al ser adaptado a una relación infantil. El tratar por otro lado de incluir a afroamericanos y asiáticos de una forma políticamente correcta compromete la historia demasiado. Al final, nos encontramos con una historia que a duras penas entretiene, pero que no logra conmover como la primera versión.