The Exorcist. Believer. USA 2023.
Dir: David Gordon Green.
Reparto: Ellen Burstyn, Olivia O´Neill, Lydia Jewett, Leslie Odom Jr., Ann Dowd.
El cine de exorcismos es un subgénero del terror que prácticamente nace con la película histórica de William Friedkin, basada en la novela de William Peter Blatty. La historia narraba la brutal posesión demoniaca de una niña en pleno tránsito a la adolescencia y proveniente de una familia no creyente.
Sin embargo, el verdadero protagonista, no era la niña poseída sino el sacerdote exorcista: un hombre que vive atormentado por sus propios de conflictos de fe. La cinta planteaba el complejo dilema moral de un sacerdote/siquiatra llamado a combatir el mal en su expresión más aterradora, cuando su propia vida pasaba por un retador momento.
Esta estructura narrativa sería el origen de todos los clichés del género, mismos que se repetirían a lo largo de los años incluso en las secuelas de la cinta, las cuales -unas con mayor éxito que otras- en realidad nunca lograrían superar a la primera.
Pero además de su valor cinematográfico, nadie pondría en duda que la trascendencia de la película no sólo tiene que ver con lo que representa para el cine de terror. La cinta tuvo un tremendo impacto en el inconsciente colectivo y en la noción compartida acerca de qué significa el bien y el mal, o dios y el demonio para una sociedad cada vez menos apegada a la religiosidad tradicional.
Y es así, que tomando en cuenta todos estos antecedentes, una nueva secuela de El Exorcista era esperada con una alta expectativa. ¿Qué cosas nuevas nos podría contar este milenario encuentro entre el bien el mal, en pleno siglo XXI?
Pues, de entrada, la historia. David Gordon Green, construye un nuevo relato que no ignora los estándares anteriormente fijados: las poseídas en esta ocasión son dos, pero también son niñas y preadolescentes. El exorcista también es un hombre con cuestionamientos de fe y se apela al rito católico como eje principal en la primera línea de combate.
Sin embargo, la novedad radica en que ahora se admite que esta lucha contra el mal está presente en otros cultos y religiones y no sólo en la católica. Y si bien es interesante ese giro, admitiendo la diversidad de creencias en el mundo contemporáneo, la revoltura termina por debilitar el enfrentamiento principal y el que todas/os estábamos esperando por ver: el demonio recordándonos que nunca fue vencido del todo, de acuerdo con las secuelas anteriores.
Y es que de acuerdo con esta entrega, al parecer Dios parece mirar para otro lado cuando se trata de enfrentar al demonio. Y la verdad es que mientras tanto, este antiguo enemigo parece estar muy a gusto en medio de la confusión humana. Es así que sabemos, aunque no se presente, que Pazuzu -nombre del demonio que supuestamente posee a Reagan- parece haber ganado la partida, logrando imponer su voluntad sobre la de las personas, quienes aún en conjunto y uniendo todas sus fuerzas, son incapaces de derrotar al demonio haciendo uso de todas sus creencias.
Y es quizás por ello, que éste sea el más amargo de los finales de toda la saga: la sensación de que Pazuzu se salió con la suya. El triunfalismo de los anteriores exorcistas, parece ser la única cosa que esta secuela no retoma, a pesar de las muchísimas referencias y fan service con las que se adorna la cinta.
En este punto, hay que decir que toda adaptación o secuela de un gran clásico – cómo lo es la película más aterradora de todos los tiempos- se expone a ser comparada, quizás de manera injusta, pero inevitable. Tal vez Gordon Green lo sabía, porque ya se había encargado de un proyecto así, en la nueva trilogía de Halloween. Y al parecer siguió un poco la ruta de traer a la protagonista original y situarla como la superviviente de una experiencia traumática, así como hacer referencias constantes a la cinta que todo mundo recuerda (vaya, hasta la clásica tonada de Mike Oldfield está presente).
Pero para esta cinta, todo eso no resulta suficiente, porque el enemigo es un demonio, no una máscara que se vende bien en las fiestas de Halloween y además existe todo un simbolismo filosófico detrás de él, que lamentablemente la cinta no recoge, ni revalora.
Total, que al final, Pazuzu gana este encuentro. Y como se habla de una trilogía, esperemos que el marcador para los exorcistas mejore en las próximas entregas. Confiaremos, aunque francamente, hay muy pocas expectativas de que así sea.