Ya no estoy aquí. México 2019.
- Dir: Fernando Frías
- Reparto: Juan Daniel García, Coral Puente, Angélica Chen, Johnatan Espinoza, Leo Zapata, Deyanira Coronado, Yahir Alday, Fanny Tovar, Leonardo Graza.
La película ganadora de la edición 2019 del Festival Internacional de Cine de Morelia, se estrenó en la plataforma Netflix y es una de las mejores noticias que nos ha dado el cine mexicano en este confinamiento.
La película de Fernando Frías nos viene a mostrar lo que debería ser la propuesta de un cine mexicano que podría llamarse así, no solamente por haber sido filmado, producido y financiado en nuestro país. Aspirar a tener un cine nacional, también pasa por la construcción de un cine con identidad, que cuente las historias originales de las personas que aquí vivimos. Y ni qué decir que esta cinta es un excelente ejemplo de ello.
“Ya no estoy aquí” nos muestra el México al que cómodamente le damos la espalda cuando queremos pensar que no existe. La historia sucede en uno de nuestros pretendidos polos de desarrollo, la Ciudad de Monterrey en el estado de Nuevo León. Sin embargo, este no será el retrato de ese sector productivo e industrial que casi automáticamente asociamos con prosperidad.
Frías se propone – y lo logra- mostrarnos esa profunda desigualdad que también en este lugar está presente, de manera descarnada y sobrecogedora. Ulises – Juan Daniel García- es un joven que vive en Monterrey, en la zona más pobre. Ahí con sus amigos/as, forma parte de “Los Terkos” una pandilla urbana, con códigos propios de vestimenta, baile y una cultura propia, derivada de la música “Kolombia” y de las llamadas cumbias rebajadas.
Todo sucede en un momento histórico de la guerra contra el narco -el sexenio de Felipe Calderón- donde no vemos a los ya clásicos modelos aspiracionales de valientes narcos “estrategas” o “existencialistas” de las narco novelas. Este es un retrato diferente acerca de lo que viven los que se quedaron en medio del fuego cruzado y sin posibilidad de encontrar la salida.
Ulises se enfrenta al no futuro, caminando en medio de la precariedad con pasos de “gavilán”. Sin embargo, un malentendido con otra pandilla, lo obliga a huir, llegando a Nueva York sólo con su música y enfrentando otras formas de exclusión y discriminación, igual de injustas pero en otro idioma.
“Ya no estoy aquí” nos hace sentir justo eso. Lo que debe experimentarse no estando, no siendo, no formando parte de nada. Un acomedido trabajo de dirección con actores no profesionales le da veracidad al relato y la frescura que se necesita para contar una historia cómo ésta.
Pero uno de los mayores aciertos de la cinta, es sin duda el uso de la música en donde no forma parte sólo de la ambientación. En realidad explica las motivaciones y la forma en que ven el mundo los personajes.
La cumbia kolombia o cumbia regia – o “rebajada” porque se hace lenta en sus revoluciones para que dure más- aparece en la escena para contarnos estas historias de cómo en las zonas pobres se construyen otros referentes del mundo. Marginados y excluidos, Los Terkos abrazan la música y se aferran a ella en medio del racismo, el narco, la droga, la pobreza, defendiendo su alteridad.
Un México que nos habita de un modo diferente. Una cultura que lucha por ser y sobrevivir. Un baile que enlaza lo que de verdad somos: un país desigual en donde la cumbia subsiste y hasta dura más. Una película que sin duda debe verse.