El Conde. Chile 2023.
Dir. Pablo Larraín
Reparto: Jaime Vadell, Paula Luchsinger, Alfredo Castro, Gloria Münchmeyer, Stella Gonet.
El golpe de estado en Chile, el 11 de septiembre de 1973, es una herida abierta, siempre dolorosa y un terrible recordatorio de que la libertad es frágil y por ello hay que defenderla siempre. La manera en que este episodio de la reciente historia latinoamericana ha sido recuperado por la memoria histórica, ha tomado distintas formas, pero quizás ninguna como la que se plantea en esta cinta.
En esta película, Pablo Larraín juega con la sátira, el terror gótico, la comedia y hasta el melodrama. Y esta curiosa novedad que la hace difícil de clasificar dentro de un género, se debe a que parte de una premisa tanto fantástica como provocadora: la polémica posibilidad de que el dictador Augusto Pinochet, sea en realidad un vampiro inmortal.
Y eso no es todo. La metáfora va más allá de la obvia comparación del dictador con una bestia sádica y sedienta de sangre. Sugiere otras interpretaciones que también resultan perturbadoras, como por ejemplo, la de personificar un mal que es inmortal y que quizás se transforme, pero no morirá y seguirá entre nosotros durante toda la eternidad.
Y si bien es extraña la resolución de la cinta en términos de un final que pudiera parecer tibio, en el plano de la sátira la verdad es que la cinta es más que entretenida. Larraín nos ofrece una ácida crítica al dictador, su ambiciosa esposa y su parasitaria prole. Pero no sólo por ellos y ellas, sino por los principios que defienden estas estirpes anti derechos y defensoras de los privilegios de unos cuantos.
Otra razón para disfrutar la película es sin duda la delicada y sofisticada cinematografía con la que está realizada. En un blanco y negro poético, dosificado con mucho estilo y siempre privilegiando la gótica figura de un vampiro, se trata de un trabajo que merece sin duda toda clase de elogios.

Sin embargo, en conjunto, la cinta no acaba de cuajar dejándonos el mal sabor de boca de haber visto destellos de mucha creatividad que no encuentran modo de encajar todos juntos de modo contundente. Y eso quizás se deba a un final flojo en función de la alta expectativa que plantea en el inicio, lo que no deja de ser un tanto decepcionante.
El guion despunta y logra atrapar nuestro interés con frases brillantes y bien pensadas, para ir desinflándose poco a poco, ante la pobre construcción de los personajes. Pareciera que Larraín apuesta a que en la vida real estos personajes ya son sus propias parodias y no hace falta agregar nada más. Sin embargo, para el final forzado y poco concluyente, quizás hacía falta más solidez en las caracterizaciones.
Cinta polémica que dará mucho que hablar, aunque de algún modo sostiene algo con las que todos y todas estamos de acuerdo: hay que alimentar la esperanza de que ya sea dictadores o vampiros, no tengamos nunca más otro así en América Latina.