Nightmare Alley. USA, México, Canadá 2021.
Dir. Guillermo del Toro
Elenco: Bradley Cooper, Cate Blanchet, Rooney Mara, Willem Dafoe, Toni Collete, Ron Pearlman
Uno de los sellos distintivos del cine de Guillermo del Toro es, sin duda, el que las narraciones giren alrededor de monstruos, todos ellos de distintos tipos. A lo largo de su trayectoria ha contado historias de vampiros, fantasmas, demonios, mutantes, criaturas mitológicas y seres acuáticos. Pero quizás esta sea la primera vez que nos cuenta la historia de cómo la ambición y el poder son capaces de crear monstruos humanos mucho más aterradores que los que son producto de la imaginación.
El callejón de las almas perdidas, es un remake de la famosa versión filmada en 1947 de la novela de William Lindsay Greham. Aquella versión estuvo dirigida por Edmund Golding y estelarizada por Tyrone Power. La historia era – desde entonces- difícil de clasificar: entre el thriller policiaco, el suspenso y el llamado cine noir, que por aquel entonces, produjo historias que lo afianzaron como un género en sí mismo, siendo ésta una de ellas.
Del Toro nunca ha negado la enorme influencia que aquellas cintas clásicas tienen en su propio legado cinematográfico, por lo que esta película cumple con afirmar un estilo y discurso que ya le es propio. No es exagerado afirmar que estamos ante una de las etapas más maduras del trabajo de director tapatío, donde su afirmación artística es clara y contundente.
En plena era del remake, Del Toro cuenta su propia versión sin negar el pasado ni demeritar lo que ya conocíamos. Es verdad que la historia en sí misma da la pauta para construir un relato siniestro, o mejor dicho, contar dos relatos en uno. Pero al final, el director se decide por la versión que da cuenta de cómo se construye un monstruo sin posibilidad de redención, que la primera versión sí contemplaba.
La cinta, situada a fines de la 2da Guerra Mundial, nos presenta a Stanton Carlisle (Cooper) que llega a una feria de pueblo buscando escapar de un pasado tormentoso. Pronto descubre en el circo posibilidad de hacer carrera como mentalista, encuentra el amor y una nueva esperanza en Molly, una de las artistas del circo (Mara). Hasta acá la historia fluye, no sin antes sentar los elementos que permiten que se desarrolle la segunda parte: hay muchos peligros en las estafas, por lo que hay que tener cuidado de no manipular los secretos íntimos de las personas.
Para la segunda parte, encontramos un escenario sofisticado en la gran ciudad donde el triunfo de Stanton y Molly es completo. Pero también aparecerán las facturas por cobrar del pasado y las consecuencias de no haber aprendido a identificar los límites de la ambición.
La película, que ha sido exhibida también en blanco y negro, tiene una fotografía grandiosa, y un diseño de producción que nos remonta a la época en que está contada la historia de dos maneras: la de la frugalidad del circo y de un público ingenuo necesitado de algo de alegría y entretenimiento; y el de las ciudades sofisticadas con estilo art decó.
Del Toro logra además un elenco envidiable, con grandes talentos que generan solo con el peso de sus trayectorias, un gran interés por parte del público para ver la película en pantalla grande. Menciones especiales merecen las tres actrices principales, Toni Colette, Rooney Mara y Cate Blanchet que sostienen no solo las transiciones del personaje de Cooper, sino a la película en sí. Es muy interesante como cada una de estas actrices construye distintos tipos de femineidad en la pantalla, con múltiples referencias a los grandes clásicos de la época de oro hollywoodense.
Al final lo que Del Toro nos ofrece es un espejo, una mirada al monstruo interno. Su película más madura no podría ser sino una reflexión profunda del terror y el horror que generamos en nuestro interior, aunque siempre estemos buscándolos en las demás personas por temor a los espejos y a nuestro propio reflejo.